4:11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
4:12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
sábado, 27 de noviembre de 2010
Un ser
¿Quién es aquel que me mira, me observa entre las sombras?
Me sigue.
Intenta alcanzarme con sus alas negras.
Sus manos de obsidiana.
Con su sonrisa idiota, y las cuencas de los ojos vacías,
mas llenas de amargura y desconsuelo.
Me alcanza en mis pesadillas,
me sigue en mis sueños y al amanecer.
Con su lengua bífida,
su boca inundada
de sangre.
Esa figura negra de hombros caidos y pecho sumido,
bebe mi risa,
se alimenta
de
mi
tormento.
con los ojos del espejo
Me sigue.
Intenta alcanzarme con sus alas negras.
Sus manos de obsidiana.
Con su sonrisa idiota, y las cuencas de los ojos vacías,
mas llenas de amargura y desconsuelo.
Me alcanza en mis pesadillas,
me sigue en mis sueños y al amanecer.
Con su lengua bífida,
su boca inundada
de sangre.
Esa figura negra de hombros caidos y pecho sumido,
bebe mi risa,
se alimenta
de
mi
tormento.
¡Zángano!
A sus pies se extienden las nubes;
a su paso,
el aroma de la soledad
mohosa,
escurrida
en el nombre de los días, las horas.
Lleva en su diestra las alas sangrantes,
desgarradas
de un ángel azul.
Se oculta.
a su paso,
el aroma de la soledad
mohosa,
escurrida
en el nombre de los días, las horas.
Lleva en su diestra las alas sangrantes,
desgarradas
de un ángel azul.
Se oculta.
¿Quién es aquel ser que me mira, me observa entre las sombras?
MALDITO
del otro lado,MALDITO
con los ojos del espejo
¡¿QUIÉN?!
viernes, 19 de noviembre de 2010
El señor de los descarnados.
Soy el esclavo del SEÑOR DE LOS DESCARNADOS.
su cadena de plata rodea mi cuello,
me arrastro en las sombras.
Garfios de acero abren mi piel.
Me desollan.
Vienen galgos,
halcones y buitres
devoran mis entrañas.
Los gritos de odio se agolpan en mi pecho,
se corrompen,
se pudren en mi boca,
mis labios
de piedra.
Con dientes de navajas desprende mi miembro,
lo escupe en un caldero.
Una anciana decrépita cose mis párpados para cegar mis ojos del horror,
mas su aguja no lleva hilo.
La sangre ilumina mi prisión de carmesí.
El Señor de los Abismos desmiembra mi cuerpo.
Arroja mi carne al fuego, la vuelve cenizas.
Con saliva y semen recompone mis formas,
me crea una vez más, siempre una vez más...
solo para volver a romper lo que ha creado,
para arrojarlo... infinito al fuego.
¡Soy el prisionero del SEÑOR DE LOS DESCARNADOS!
En el miedo
Entre las sombras
en los abismos
entre el desconsuelo
en el vacio
.
su cadena de plata rodea mi cuello,
me arrastro en las sombras.
Garfios de acero abren mi piel.
Me desollan.
Vienen galgos,
halcones y buitres
devoran mis entrañas.
Los gritos de odio se agolpan en mi pecho,
se corrompen,
se pudren en mi boca,
mis labios
de piedra.
Con dientes de navajas desprende mi miembro,
lo escupe en un caldero.
Una anciana decrépita cose mis párpados para cegar mis ojos del horror,
mas su aguja no lleva hilo.
La sangre ilumina mi prisión de carmesí.
El Señor de los Abismos desmiembra mi cuerpo.
Arroja mi carne al fuego, la vuelve cenizas.
Con saliva y semen recompone mis formas,
me crea una vez más, siempre una vez más...
solo para volver a romper lo que ha creado,
para arrojarlo... infinito al fuego.
¡Soy el prisionero del SEÑOR DE LOS DESCARNADOS!
En el miedo
Entre las sombras
en los abismos
entre el desconsuelo
en el vacio
.
sábado, 13 de noviembre de 2010
Esta sangre
Estos huesos de polvo, estos ojos de cristal quebradizo, este hueco donde alguna vez hubo un corazón...esta sangre... tanta sangre... tanta sangre... tanta. . . .
Esta sangre
Estos huesos de polvo, estos ojos de cristal quebradizo, este hueco donde alguna vez hubo un corazón...esta sangre... tanta sangre... tanta sangre... tanta. . . .
jueves, 7 de octubre de 2010
Limbo.
Caminando con la piel delante,
descarnado,
en la casa de las sombras
con el corazón en una jaula y
sangre entre los lagrimales
Los ojos fuera de sus cuencas
y el rastro sanguinolente
seguido por hienas hambrientas
Cadenas en la espalda
laceran los huesos de polvo...
se quiebran
Largo se escurre mi sexo
por la tierra
se secan sus fluidos,
se marchita
No hay uñas en las manos,
los labios fueron arrancados
por cuervos rapacez!
La lengua cruje como tierra seca,
bajo el pie del
Gran Inquisidor
la boca exhala sus últimas palabras
se extingue
En la casa de las sombras
con el corazón en una jaula
y el fuego del ánimo...
exángüe...
camino descarnado
con la piel entre las manos
y navajas afiladas
en el aire.
descarnado,
en la casa de las sombras
con el corazón en una jaula y
sangre entre los lagrimales
Los ojos fuera de sus cuencas
y el rastro sanguinolente
seguido por hienas hambrientas
Cadenas en la espalda
laceran los huesos de polvo...
se quiebran
Largo se escurre mi sexo
por la tierra
se secan sus fluidos,
se marchita
No hay uñas en las manos,
los labios fueron arrancados
por cuervos rapacez!
La lengua cruje como tierra seca,
bajo el pie del
Gran Inquisidor
la boca exhala sus últimas palabras
se extingue
En la casa de las sombras
con el corazón en una jaula
y el fuego del ánimo...
exángüe...
camino descarnado
con la piel entre las manos
y navajas afiladas
en el aire.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
martes, 16 de febrero de 2010
viernes, 12 de febrero de 2010
2 Cuervos
Me visitaron la otra noche.
Dos cuervos.
Se posaron en las esquinas deste cuarto.
Me miran partir, me miran regrear.
Me escuchan cuando hablo entre las sombras.
A veces vuelan.
Se esconden en las viejas muescas de la madera.
A veces solo el viento de sus alas negras permanece cuando regreso a la habitación.
Pero siempre que los sueños lúcidos de aguas cristalinas aparecen en mis ojos dormidos, vuelven a posarse entre los vértices y la penumbra.
Dos cuervos.
Se posaron en las esquinas deste cuarto.
Me miran partir, me miran regrear.
Me escuchan cuando hablo entre las sombras.
A veces vuelan.
Se esconden en las viejas muescas de la madera.
A veces solo el viento de sus alas negras permanece cuando regreso a la habitación.
Pero siempre que los sueños lúcidos de aguas cristalinas aparecen en mis ojos dormidos, vuelven a posarse entre los vértices y la penumbra.
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