viernes, 19 de noviembre de 2010

El señor de los descarnados.



Soy el esclavo del SEÑOR DE LOS DESCARNADOS.
su cadena de plata rodea mi cuello,
me arrastro en las sombras.
Garfios de acero abren mi piel.

Me desollan.


Vienen galgos,
halcones y buitres
devoran mis entrañas.
Los gritos de odio se agolpan en mi pecho,
se corrompen,
se pudren en mi boca,
mis labios
de piedra.

Con dientes de navajas desprende mi miembro,
lo escupe en un caldero.
Una anciana decrépita cose mis párpados para cegar mis ojos del horror,
mas su aguja no lleva hilo.
La sangre ilumina mi prisión de carmesí.

El Señor de los Abismos desmiembra mi cuerpo.
Arroja mi carne al fuego, la vuelve cenizas.

Con saliva y semen recompone mis formas,
me crea una vez más, siempre una vez más...

solo para volver a romper lo que ha creado,


para arrojarlo... infinito al fuego.




¡Soy el prisionero del SEÑOR DE LOS DESCARNADOS!


En el miedo


Entre las sombras


en los abismos


entre el desconsuelo




en el vacio

.

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